Muchas mujeres no reciben un cuidado óptimo en el postparto.
La mayoría de mujeres que dan a luz en los hospitales, son dadas de alta entre las 48-72 horas después del parto con pocas indicaciones de dónde pueden obtener más atención o apoyo.
Tras el alta hospitalaria son citadas, normalmente, dos semanas después del parto con Ginecología para revisar el sangrado y los puntos. Si tienen suerte, alguien les comenta que pueden ir a ver a la matrona a la consulta del Centro de Salud de Atención Primaria en la primera semana tras el parto, que existe esa opción. En la sanidad privada, en muchas ocasiones, la opción del seguimiento por una matrona no existe o ni se plantea.
Pasada esa primera revisión, muchas son dadas de alta del sistema de forma “definitiva”. Los puntos se han reabsorbido o se han caído y el sangrado ha cesado, “todo está bien”.
Con tal abandono de la mujer por parte del Sistema Sanitario, ¿cómo se puede promover, proteger y apoyar el inicio temprano de la lactancia materna? ¿Cómo podemos aconsejar a las madres una lactancia materna exclusiva durante, al menos, seis meses? ¿En qué lugar dejamos a las madres? ¿Quién las cuida? ¿Podemos hacerlo mejor?
El cuidado de la madre se ha centrado en la observación y el examen de rutina de la vagina.
Comprobar la pérdida de sangre, la involución uterina, la tensión arterial y la temperatura corporal son signos físicos imprescindibles que debemos vigilar los profesionales durante una valoración postparto. Pero… ¿ésto es todo? ¿Ya está? ¿Alguien se pregunta, realmente, qué ocurre con esa madre? ¿Sabemos cómo está emocionalmente? ¿Sabemos si ha podido descansar? ¿Damos valor a su autocuidado?
De la misma forma, el cuidado del bebé se ha centrado en el cuidado del cordón, la higiene y el control del peso y la alimentación.
Los cuidados del bebé son esenciales. Conocer estas necesidades durante el embarazo, aporta seguridad a las madres y sus parejas para afrontar este primer encuentro en el postparto. Tener nociones básicas sobre el cuidado del cordón umbilical, cómo realizar una correcta higiene o saber que una pérdida de peso en torno al 10% del peso al nacer es normal los primeros días, aporta tranquilidad a la llegada a casa con el bebé. Pero, ¿son éstos los únicos cuidados que tenemos que tener en cuenta? ¿Observamos, realmente, a ese bebé? ¿Identificamos otras necesidades? ¿Valoramos su cuidado de manera integral?
Conocer los patrones de sueño del bebé o los beneficios que tiene el porteo son otros cuidados que pueden resultar imprescindibles para un mejor manejo de diversas situaciones que podemos encontrarnos en esta etapa. Todo dependerá de cómo sea ese bebé. Siempre decimos que cada madre es única, cada maternidad es diferente. También es único y diferente cada bebé y, en consecuencia, el modelo de crianza que empleemos con nuestros hijos debe poder adaptarse a ellos.
Los propósitos principales de la atención postparto y de la atención postnatal deben ser: mantener y promover la salud de la mujer y su bebé y fomentar un entorno que ofrezca ayuda y apoyo a la familia.
Los nuevos padres necesitan apoyo para la crianza de los hijos y sus nuevas responsabilidades.
La atención postparto debe poder ser individualizada para poder cumplir con las necesidades de cada díada madre-hijo. Este concepto de atención debe ir de la mano de la fisiología, pero debemos ser capaces de reconocer las señales de alarma.
Es importante identificar los cuidados esenciales o básicos que toda mujer y su bebé recién nacido deben recibir, al menos, durante las primeras seis semanas después del nacimiento.
La atención postparto, por parte de los profesionales sanitarios, debe poder colocar a la mujer y a su bebé en el centro de los cuidados.
Como señalamos antes, además de una valoración clínica básica en la que observemos el periné, el sangrado y comprobemos la involución uterina, una atención básica debe incluir información para ayudar a la mujer a cuidarse a sí misma y a su bebé, promoviendo siempre el autocuidado.
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